México, un jugador clave de la industria aeroespacial global
La empresa mexicana Airbus Helicopters es un ejemplo de competitividad en la industria de la aero...
La integración de América Latina para competir en el mercado internacional es una aspiración de tiempo atrás. Enrique V. Iglesias explica en entrevista con la revista Comercio Exterior Bancomext que la integración económica de la región es uno de los retos más relevantes, en particular, en un contexto de proteccionista en Estados Unidos y en Europa.
Aunque estamos en un mundo globalizado se advierten signos graves de regresión para el comercio internacional, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y el triunfo del brexit en el Reino Unido. Para Iglesias son fenómenos preocupantes.“Nos costó mucho trabajo avanzar hacia un mundo más abierto comercialmente y hoy eso está en peligro. Es muy importante reconocer las políticas que creíamos fortalecidas, hoy ya no lo están”, señala Iglesias. Iglesias está convencido de que debemos adoptar posiciones comunes frente a los cambios que ocurren en el mundo. Contamos con experiencia: la región “siempre fue muy activa en materia comercial, por ejemplo, en el papel de los organismos financieros internacionales. Debe tener posiciones concertadas fuertes en esos campos”.Para lograrlo, necesita fomentar ideales de integración y cooperación regional y “mostrar que pesa y cuenta en la economía mundial, como lo están haciendo muy bien los chinos, que tienen una política de creciente vinculación con América Latina, con exportaciones, importaciones, inversiones y préstamos financieros”.
Añade otras dos metas importantes: el aumento de la productividad y la innovación, y destaca la necesidad de políticas de distribución que corrijan las condiciones de pobreza y desigualdad.
Iglesias recomienda diseñar un sistema económico donde la tecnología tenga un papel fundamental y donde uno de los objetivos sea la solución de los grandes temas sociales, que son complejos; la sociedad actual es una de clases medias (42% de la población mundial), que se muestran enojadas porque la globalización no ha repartido el progreso de manera igualitaria.