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En una hacienda henequenera ubicada a 25 minutos de Mérida, en el corazón de un bosque tropical, ahí se levantó el proyecto del hotel Chablé. Su objetivo era crear un destino turístico en donde se conjugara el pasado y el presente, respetando la historia y la naturaleza.
El hotel Chablé nació de un proyecto presentado en 2004 por la diseñadora mexicana Paulina Morán y el arquitecto Jorge Borja, quienes comenzaron su sueño en medio de la nada. A decir de Morán, rescataron, restauraron y adaptaron el casco principal de la hacienda y los edificios patrimoniales.
El hotel se compone del conjunto de la casa principal, conformada por la recepción, el bar, la capilla, la biblioteca y otros servicios, la piscina, 40 villas, una de ellas presidencial y otra master suite, el restaurante Ixi’im y un espectacular spa junto a un cenote natural.
Las villas cuentan con piscina propia y duchas exteriores y cada una está construida alrededor de una pared antigua o de un gran árbol.
Todos los espacios se construyeron respetando parte de las paredes originales de la hacienda que data de 1813. En muchos lugares restauraron la construcción original, en otros casos se conservaron y consolidaron los espacios en ruinas para evidenciar el paso del tiempo, la acción de la naturaleza y el valor histórico del lugar.
El éxito actual se originó al combinar el diseño de interiores con materiales de lujo como linos, lanas, sedas bordadas y maderas preciosas, que lo llevaron a convertirse en un lugar que ofrece un retiro verdaderamente equilibrado, armonioso y lujoso para los huéspedes.
Según datos publicados en chableresort.com, la hacienda estaba conformada por una plaza y en torno a ella se ubicaban la casa principal, la casa del administrador, los huertos y sus canales de riego, los corrales ganaderos, la casa de máquinas para el desfibrado del henequén, los patios de tendido y un portal de acceso de estilo ecléctico, rodeados a su vez por asentamientos de viviendas de capataces y trabajadores. Es en esas construcciones en donde los dueños del proyecto dieron vida a cada uno de los espacios que ahora conforman el catalogado como mejor hotel del mundo 2017.
En este lugar histórico ubicado en el municipio de Chocholá, las estancias permiten la convivencia constante con la naturaleza, ya que las habitaciones cuentan con muros de cristal y pisos de madera que dan el toque perfecto de calidez.
El spa que fue construido alrededor de un cenote natural es el primero del mundo con estas características, las cuales conjugan la magia ancestral con la modernidad de un spa.
Los materiales usados en la mayor parte de la remodelación del hotel fueron recursos locales y con técnicas tradicionales mayas.
Entre estos productos y materiales artesanales y locales usados en los interiores destacan: las piezas artesanales de azulejos de cemento blanco y arena utilizadas en el revestimiento de los pisos y las hamacas tejidas de algodón natural.
Los detalles se aprecian en las pinturas y esculturas originales en todo el complejo, como los marcos de láminas de oro de 24 quilates, las piezas antiguas como el tronco de 120 años utilizado para el bar de la cafetería de la hacienda o los siete arcángeles barrocos antiguos del oratorio de la hacienda y en las maquinas antiguas de henequén utilizadas en el mostrador del bar del restaurante Ixi’im.
En definitiva y lo que distingue el diseño de Chablé es la dimensión ecológica, social y cultural.